Un año más, una temporada más

Pasan los días del estío y vamos volviendo paulatinamente a la rutina y los quehaceres que ocupan nuestra existencia. Pasan los días y se va acercando de manera inexorable, sin pausa, un murmullo de naranjos de Heliópolis, cuyas hojas son suavemente mecidas por el cálido viento de levante. Retorna a nuestros oídos, casi involuntariamente, el eco de palmas y joviales cánticos que brota de las entrañas del Benito Villamarín. La fresca espuma de una litrona escarchá parece acariciar de nuevo nuestros labios y refrescar nuestras gargantas. Pasan los años, pasan los jugadores, pasan las directivas... Y el Beticismo se mantiene firme en su empecinado empeño de acompañar al equipo, sin importar las circunstancias deportivas ni de ningún tipo.

Un año más, una temporada más, todo está a punto de comenzar. Todo seguirá igual pero distinto dentro de ocho días, cuando en la Calle Tajo, en la esquina del Bar Uruguay, comience a llegar en tropel un grupo de amigos, mis amigos, esos loquitos del Betis con los que comparto alegrías y decepciones a partes desiguales, a los que abrazo cada dos semanas al verlos llegar, como si no nos hubiéramos visto en varios años. Y volverán a darse cita por ese bendito rincón apasionados de las peluqueras, para quienes el secador y las tijeras lo son todo; amantes del culto al cuerpo que usan más cosméticos que mi mujer; enamorados de la vecina de C; admiradores de la camomila y la birra fria; gente que sabemos que vienen indudablemente del WC; tocapelos que andan solos, borrachos y con dinero; y nunca faltan los que van de tapado; caballo loco; quienes se quedan dormidos en el corteo del derbi; el auténtico tocador de señoras; nuestra sección femenina y unos cachorros que llevaron con orgullo el nombre de nuestra Peña por Europa.

Un año más, una temporada más, volvemos a vernos. Un año más, esto ya está aquí.

¡QUÉ GANAS DE VERTE AMOR MIO!