martes, 3 de diciembre de 2013

Uno de los nuestros




No era un hombre perfecto, ni el mejor entrenador, pero era uno de los nuestros

No sé muy bien por qué motivo me ha venido hoy a la mente la frase con la que Arturo Pérez-Reverte introducía al protagonista de su saga de novelas “El capitán Alatriste”. En cualquier caso, he tenido a bien adaptar dicho enunciado para el comienzo de estas líneas que desde la admiración y el agradecimiento profeso al que hasta el día de ayer era nuestro míster, Don José Mel Pérez.

En mi humilde opinión de bético de a pie, la Directiva del Betis no ha estado acertada al cesar a Mel. Es cierto que el equipo atraviesa en liga una situación calamitosa, último clasificado con tan solo 10 puntos cosechados en las 15 jornadas que van disputadas. Mel, como entrenador también tiene su parcela de culpa en ello. Al fin y al cabo es quien elige qué jugadores juegan y quien prepara los partidos. Pero no es menos cierto que Mel ha tenido que lidiar con una plantilla desmantelada y renovada (Hasta 12 caras nuevas han llegado a Heliópolis este verano). Por el contrario, abandonaron el equipo jugadores que venían siendo titulares en el once (Adrián, Beñat, Cañas, Pabón, Campbell…).

La planificación deportiva del Sr. Stosic, lejos de haber reforzado el plantel de cara al retorno a Europa y la disputa de tres competiciones, parece haberlo mermado sustancialmente. Si repasamos línea por línea, lo de la portería es para mirárselo, ninguno de los dos guardametas ha convencido a nadie. Arriba falta pólvora. Con Rubén Castro lejos del césped, Molina como único ariete jamás ha llegado a encontrarse. La defensa es la más blanda de toda la liga, cometiendo jornada sí, jornada también, los errores más inexplicables y garrafales. Es tal la apatía y falta de aptitud del equipo, que no es descabellado que los aficionados lleguemos a cuestionar la profesionalidad de estos futbolistas. Con alguna honrosa excepción, esta dinámica perdedora, esa contagiosa apatía y esa indolente falta de ambición e intensidad parece haberse propagado entre la plantilla.

Uno, que ha mamado el Betis desde chico y ha visto pasar por esta casa a tantísimo impresentable, tanto vendehúmos, tanto interesado, tanto caradura y tanto ruín únicamente interesado por el tintineo metálico; no pudo sino entristecerse profundamente mientras veía la rueda de prensa ofrecida ayer por Pepe Mel. Ayer no vi a uno de tantos entrenadores que, llegado su momento, es cesado. Ayer vi a un bético más, a un amigo, un compañero de grada como el que pudiéramos tener a nuestro lado cada 15 días en el Villamarín, con su bufanda y su bocata de tortilla. Ayer vi a un hombre que siente las trece barras igual que yo, igual que mi hermano, igual que mi abuelo. Las lágrimas de Mel son lágrimas de impotencia, de no haber podido o sabido hacer más por evitar esta situación, y lo más importante, son lágrimas sinceras (todo lo contrario a las palmaditas en la espalda de Stosic). A Mel le duele el Betis, cuando reímos ríe y cuando toca llorar, él también lo hace como un bético más.

Creo que es justo valorar y recordar lo que Pepe Mel ha hecho por este equipo. Y quiero pensar que algún día, pueda volver a ocupar el banquillo del Betis, y volvernos a ilusionar. No obstante, como muy caballerosamente dijo ayer el mismo Pepe en la rueda de prensa, ahora tenemos que estar todos unidos y arropar al nuevo míster. Garrido merece nuestro apoyo y nuestros mejores deseos. A fin de cuentas llega con el contador a cero, a trabajar y a intentar sacarnos del pozo. Estar de entrada en contra de Garrido demuestra no solo muy poquitas luces, sino además una completa ausencia de beticismo.
Lo dicho Pepe, muchas gracias por todo lo vivido estos últimos años. Por el ascenso, por jugarle de tú a tú a Barça y Madrid y a quien hiciera falta, por llevarnos a Europa, por devolvernos la ilusión, y por tu beticismo. Esta siempre será tu casa.


Antonio Leal Rodríguez

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