No era un hombre perfecto, ni el mejor
entrenador, pero era uno de los nuestros.
No sé muy bien por qué motivo me ha
venido hoy a la mente la frase con la que Arturo Pérez-Reverte introducía al
protagonista de su saga de novelas “El capitán Alatriste”. En cualquier caso,
he tenido a bien adaptar dicho enunciado para el comienzo de estas líneas que
desde la admiración y el agradecimiento profeso al que hasta el día de ayer era
nuestro míster, Don José Mel Pérez.
En mi humilde opinión de bético de a pie, la Directiva
del Betis no ha estado acertada al cesar a Mel. Es cierto que el equipo
atraviesa en liga una situación calamitosa, último clasificado con tan solo 10
puntos cosechados en las 15 jornadas que van disputadas. Mel, como entrenador
también tiene su parcela de culpa en ello. Al fin y al cabo es quien elige qué
jugadores juegan y quien prepara los partidos. Pero no es menos cierto que Mel
ha tenido que lidiar con una plantilla desmantelada y renovada (Hasta 12 caras
nuevas han llegado a Heliópolis este verano). Por el contrario, abandonaron el
equipo jugadores que venían siendo titulares en el once (Adrián, Beñat, Cañas,
Pabón, Campbell…).
La planificación deportiva del Sr. Stosic,
lejos de haber reforzado el plantel de cara al retorno a Europa y la disputa de
tres competiciones, parece haberlo mermado sustancialmente. Si repasamos línea
por línea, lo de la portería es para mirárselo, ninguno de los dos guardametas
ha convencido a nadie. Arriba falta pólvora. Con Rubén Castro lejos del césped,
Molina como único ariete jamás ha llegado a encontrarse. La defensa es la más
blanda de toda la liga, cometiendo jornada sí, jornada también, los errores más
inexplicables y garrafales. Es tal la apatía y falta de aptitud del equipo, que no es descabellado que los aficionados lleguemos a cuestionar
la profesionalidad de estos futbolistas. Con alguna honrosa excepción, esta
dinámica perdedora, esa contagiosa apatía y esa indolente falta de ambición e
intensidad parece haberse propagado entre la plantilla.
Uno, que ha mamado el Betis desde chico y ha
visto pasar por esta casa a tantísimo impresentable, tanto vendehúmos, tanto
interesado, tanto caradura y tanto ruín únicamente interesado por el tintineo
metálico; no pudo sino entristecerse profundamente mientras veía la rueda de
prensa ofrecida ayer por Pepe Mel. Ayer no vi a uno de tantos entrenadores que, llegado su momento, es cesado. Ayer vi a un bético más, a un amigo, un
compañero de grada como el que pudiéramos tener a nuestro lado cada 15 días en
el Villamarín, con su bufanda y su bocata de tortilla. Ayer vi a un hombre que
siente las trece barras igual que yo, igual que mi hermano, igual que mi
abuelo. Las lágrimas de Mel son lágrimas de impotencia, de no haber podido o
sabido hacer más por evitar esta situación, y lo más importante, son lágrimas
sinceras (todo lo contrario a las palmaditas en la espalda de Stosic). A Mel le
duele el Betis, cuando reímos ríe y cuando toca llorar, él también lo hace como
un bético más.
Creo que es justo valorar y recordar lo que
Pepe Mel ha hecho por este equipo. Y quiero pensar que algún día, pueda volver
a ocupar el banquillo del Betis, y volvernos a ilusionar. No obstante, como muy
caballerosamente dijo ayer el mismo Pepe en la rueda de prensa, ahora tenemos
que estar todos unidos y arropar al nuevo míster. Garrido merece nuestro apoyo
y nuestros mejores deseos. A fin de cuentas llega con el contador a cero, a
trabajar y a intentar sacarnos del pozo. Estar de entrada en contra de Garrido
demuestra no solo muy poquitas luces, sino además una completa ausencia de
beticismo.
Lo dicho Pepe, muchas gracias por todo lo
vivido estos últimos años. Por el ascenso, por jugarle de tú a tú a Barça y
Madrid y a quien hiciera falta, por llevarnos a Europa, por devolvernos la
ilusión, y por tu beticismo. Esta siempre será tu casa.
Antonio Leal Rodríguez
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